

Así nos hemos quedado, con el frío metido en los huesos, la carne de gallina y nuestras extremidades rojas como tomates. Nuestras orejas y nariz parecen no pertenecernos y nuestros dedos casi han perdido la movilidad. Con tanta ropa encima apenas podemos andar sin parecer un compás de dibujo. Mejor encendemos el fuego y nos quedamos en casa.
(Nuevo vídeo de C. sociales / El clima polar)
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